La gloria, lo es todo en un equipo de fútbol. Las copas son aleaciones de metal que se llegan a oxidar. Para entender la gloria de Millonarios es fundamental esta experiencia de visitar su museo; para las nuevas generaciones embajadoras es vital saber porque hemos entendido que el éxito no solo es la acumulación de copas.

Cada copa que Millonarios ha logrado obtener, representa un pedazo del alma embajadora, incluso las que se le escaparon son importantes para hablar del carácter, de haber sido siempre grandes. Nadie puede mencionar un equipo tan acostumbrado a la gloria y la grandeza que nosotros porque, a diferencia de los otros grandes de Colombia, Millonarios lo fue desde que su nombre fue pronunciado en la tierra.

Por eso verse rodeado de las 15 ligas, de las que sacamos pecho, ver las historias detrás de ellas, es lo que realmente nos conecta como hinchas, es ahí cuando el frío metal se convierte en algo cálido, en algo que vale la pena, cuando los hinchas mayores llevan a sus hijos de la mano contándoles de aquella estrella del 88 que nos convirtió en el más veces campeón durante 20 años seguramente ese mítico apodo del que las nuevas generaciones nos enamoramos perdidamente.

Como la estrella del 87, de la que no paran de hablar mis papas, cuando luego del partido con Junior, la capital estalla en júbilo y alegría. Gracias a aquella estrella la unión de mis papas cobró forma, por la apoteósica salida que se nos hacía costumbre por las calles de Bogotá. Cada copa representa no solo una parte de la historia de Millonarios, si no de la de su familia; toda la vida recordaré como pasé aquel 17 de diciembre, donde en el clásico del siglo les arrebatamos la estrella y dejamos claro para siempre quien tiene el trono en Bogotá.

Sin embargo, la estrella 14 es quizás la más importante para todos los hinchas porque cortó una época muy amargada. Aquella estrella ejemplifica cómo el amor, la gloria y la desgracia han confluido en la historia azul, para solo conjugarse en forma de lealtad infinita que trasciende las generaciones. Le permitió aquellos padres que no habían vuelto a verlo campeón, enseñarles a su hijos que eso se sentía estar en la punta, así era que sabía la gloria de la que ellos tanto se llenaron.

La visita al museo es obligatoria, ojalá la haga con su familia, con aquellos que le otorgaron esta pasión y con un posible hincha embajador. Ahí es donde la esencia de Millonarios tiene vida propia, tantas anécdotas, tanta gloria, tantas vueltas no son otra cosa que tanto amor profesado a lo largo de 72 años, toda una religión.

Valentina Cadosch

@Cadosch12