Millonarios es esa cita ineludible con el amor. En mi caso no es un amor heredado, jamas recibí el listón embajador por parte de mi padre o algún familiar cercano, este amor surgió de una historia curiosa de una familia típica colombiana.

La primera vez que fui al Campín fue con mi familia para ver el equipo de mi papá (Deportes Tolima). Por razones económicas mi papá compro entradas para la localidad norte con los comandos; sí, hoy es algo inverosímil ubicar a una família con niños pequeños junto a los comandos, pero eran otros tiempos algo mas tolerantes.

Ese día algo cambió en mí. Fue un domingo oscuro y frio, pero no importó el clima para darme cuenta que nunca sería hincha del Tolima, todo lo contrario sentí que siempre iba amar a Millonarios. Ver la pasión de su gente, esa hinchada que nunca deja de alentar, ver a los comandos saltar, las banderas azules ondearse por todo el estadio y oir el retumbar de la celebración de un gol; ahí me di cuenta que el que parecería un día normal, se convertiría en uno de los mas importantes de mi vida: ese día me matricularía como hincha de Millonarios.

Camino a mi casa después del partido mi papá pronunció las palabras: «los hinchas del Tolima siempre tenemos que sufrir» solo atine a decir: » papá yo no soy hincha del tolima soy de Millonarios». Solo un niño diria esas palabras con tanta ingenuidad, nunca imaginé que para un papá seria tan difícil escuchar esas palabras.

Ser el único hincha de Millonarios en mi família tiene sus desventajas: jamas podré abrazarme con mi papá para celebrar un gol o saltar de emoción una victoria con mi hermano. Adicionalmente las cargadas llegan desde primos, tíos, hermanos y hasta de mi papá.

Pero a pesar de todo siempre voy a estar agradecido con ese domingo frío y gris que me enseñó que ser de Millonarios es timonear tempestades, enfrentar burlas con orgullo y apoyar incondicionalmente en tiempos difíciles.

Ser de Millonarios me dio un caparazón gigante para soportar críticas, todo lo que sé de fútbol me lo enseñó una camiseta azul, una pantaloneta blanca y una pelota rebelde.

Andrés Cervera

@ancervera