Pasamos por un año complicado en muchos aspectos. Sin embargo, el inicio del 2021 parece darnos un golpe de realidad y nos recordó que, a pesar de cerrar un ciclo pasado, la presencia de un virus está determinando nuestro presente y futuro más cercano.

Las noticias que llegan son desalentadoras. Los rincones del mundo se ensimisman en la realidad inerte del encierro en cuatro paredes. Muchas veces dicen que las malas noticias son las primeras en llegar, aunque en realidad creo que el hecho de ser catastróficas, hace que su correría en el correo del voz a voz las hacen llegar más rápidamente.  

Por mi parte, no podría quejarme del 2020. Más allá de encierros y momento de desespero por la incertidumbre, pude conservar un empleo, seguir estudiando y pude cuidar de mi salud a pesar de las dificultades.

Empezamos a extrañar. Hasta las rutinas más tediosas que se nos llevaban la vida en la monotonía, hacen falta. Los tumultos de los buses, compartir un trago, pasar más de tres horas sin lavarse las manos, en fin. Extrañamos vivir.

Sin embargo, los sabores amargos llegaron. He pensado en mi edad y siempre me planteó hasta donde tendré tiempo para lograr lo que quiero. Técnicamente ya no soy joven y esa marca inefable de hacerse viejo llamada madurez parece llegar. Aunque debo aceptar que el concepto de madurez no me gusta. Habrá situaciones que nos superan la razón y nos harán ver como los más infantiles del mundo así tengamos 40,50 o más años. Para mí, simplemente se trata de decidir con cabeza fría teniendo en cuenta pros y contras.

Volvamos al inicio. Entre el final de 2020 y el inicio de 2021 atravesé por una serie de exámenes para un resultado contundente; los sabores dulces no estarán más. La noticia asustó. ¿Soy muy joven para sufrir de eso? ¿Por qué? ¿Pero, si nadie de mi familia tiene esto? ¿Qué hice mal? Debo aceptar que manejé con parsimonia a la casa. Contenía el aire para encontrar respuestas y pensaba en las privaciones de lo dulce. Mi vida de ahora en adelante sería más “amarga”. Ahora convivo con la amenaza de una enfermedad, pero como ante cualquier amenaza, hay que actuar.

Hice una lista de aquellas cosas que disfruto por el ballet de placer que crea en mi cerebro: las gomas en forma de ositos, el tinto con un toque de panela, el maíz para ver una película.  Tantas cosas, tanto dulce. Recordé que de hecho en el trabajo abordamos el tema del etiquetado en los alimentos y lo necesario que es. Definitivamente no sabemos comer.

Ahora las cosas parecen más amargas en el presente. El café parece despertarme de verdad. El agua transita más rápido por mi cuerpo y las gomas parecen tener un recuerdo olvidado en algún rincón de mi memoria. Decidí que solo quiero algo dulce: el fútbol.

Empezó el 2021 para Millonarios y con él parte de la rabia con que finalizamos el 2020, seguía vigente. La cantera fue más una necesidad que una convicción y una serie de errores, lesiones y malos partidos nos sacó de la lucha por una nueva estrella. Pero, un año nuevo siempre será motivo de ilusiones y nuevos proyectos. No muchos han llegado, otros se fueron y Guarín llegó como ese caramelo que a veces lo papás se lo dan a los hijos para entretenerlo por un momento. La hinchada se ilusiona.

Sin embargo, no dejo de pensar en los malos manejos que rodean al equipo que amo. Amber, en cabeza de Gustavo Serpa, es un grupo muy particular. En primer lugar, no entiendo que hacen en el fútbol, un negocio que parece estar muy lejos de sus otras empresas. Entiendo que quieran tener unas finanzas sanas y un gobierno corporativo impecable, pero eso está bien para otro tipo de compañía, no para un equipo de fútbol.

Partamos del hecho de que Amber Group NO ES POBRE. SI quisiera, rompería el mercado con dinero y jugadores. Pero, los invade el miedo, no corren el riesgo y los hinchas se deben contentar con migajas porque “nunca hay plata”.

Amigo Serpa, a los dirigentes miedosos y quienes anteponen su ego antes que al equipo NADIE los recuerda. En el fútbol no recuerdan a los dirigentes que lograron equilibrios financieros y grandes organigramas corporativos, NO. Recuerdan a los que apostaron, que creyeron, que jugaron un presupuesto por traer jugadores y creyeron realmente en un proyecto. Amigos de Amber, si quieren invertir sobre seguro, vayan al negocio del Oro, en el fútbol la lógica es diferente.

Ustedes no serán recordados en Millonarios por tener “finanzas saludables”, serán recordados por ser unos dueños tacaños que alejaron a una hinchada fiel y amorosa por una cadena de malas decisiones. Pero tranquilos, la decisión está en sus manos. No pedimos 10 jugadores nuevos en cada torneo. Pedimos que los refuerzos estén a la altura de nuestra historia, que no tengan miedo de invertir pues en el fútbol solo se gana dinero levantando títulos, y saben que es lo mejor de levantar títulos, que quedan en la historia. En sus manos está decidir en que bando del recuerdo quieren estar.

Por eso, el fútbol será mi único dulce. A pesar de que a veces me da momentos amargos, espero de corazón que ese espacio que guardé para el azúcar se endulzado con un título albiazul. Cuídense.

Gustavo Caraballo

@padrinogacm