La argumentación de una posición es básica para enriquecer el debate. En nuestro caso, tenemos visiones de lo que pasa en Millonarios, basadas en nuestras experiencias, en nuestras percepciones y en como sufrimos las derrotas y gozamos los triunfos. Todos nosotros, los hinchas que amamos y vivimos por Millos, sentamos nuestros razonamientos del acontecer de Millonarios, sostenidos en la emoción más que en la serenidad.

Por esto, por esa catarata de pasión que nos abruma siempre, a veces la argumentación al hablar del equipo se ha vuelto ostensiblemente floja. El resultado es la división injusta entre los puntos de vista de los hinchas. Me abono o no, critico o no, insulto a los directivos o no, acabo a un jugador o no, grito en el estadio o no; todo esto, alimentado por algunos que tienen fines diferentes a ver Millonarios campeón.

Hay dos temas donde se mide esta pereza argumentativa: los directivos y el partido que perdimos frente al América. No porque no estemos de acuerdo en que han sido muy miedosos a la hora de contratar jugadores este semestre, en que su relación con los hinchas es distante y acartonada, que a los jugadores les faltó jerarquía para mantener el triunfo y llegar a la final, que no se movió bien el equipo desde el cuerpo técnico. No, es que, si no se pide la cabeza de un jugador, si no se insulta a Camacho y cia, entonces se es un conformista, prepago, falto de ambición.

En esta división chimba no la hemos pasado desde el 17 de diciembre de 2012. Desde ese día es más importante y relevante destruir y acabar, que criticar y formar opinión. Desde ese día es más cómodo el sofá y el control del televisor que ir al estadio. Ese día recuperamos la gloria, pero perdimos la pasión incondicional por Millonarios; nos convertimos en los que tanto criticamos: una hinchada que destruye lo construido, que no crea identidad en el estadio, que se une infantilmente para cobrar plata por redes sociales, pero que le da pereza organizar una salida en el estadio.

Tenemos que exigir en el estadio, en las redes sociales, en nuestros programas de opinión, pero entendiendo las formas y aceptando que no todo el que piensa diferente es un enemigo para insultar; si bien, no todo hincha de Millonarios es mi hermano, tampoco es mi enemigo por pensar diferente. Empecemos a argumentar con esta premisa, a ver si elevamos el debate y sus resultados.

@maugor