Nadie puede entender como un montón de fibras de tela se convierten en algo tan sagrado como tu familia o tu pareja. Eso solo lo puede entender un hincha del fútbol, pero sobre todo un hincha de Millonarios. Cómo se puede llevar al universo en el pecho, tantas lágrimas, tanta felicidad, tanto amor ahí sujeto por fibras de tela, para nosotros se convierte en un manto contra la tristeza, en una armadura contra el dolor, en un analgésico.

Después de leer con mucho cuidado sus historias, en el HT #MiCamisetaMiHistoria, me di cuenta que más que una camiseta es un símbolo que nos une a todos, que nos ubica lejos del resto, porque el color que portamos es único, nadie más en este país lo lleva. El amor que le tenemos a nuestro color nadie lo tiene, y es que los hinchas de Millonarios vemos el mundo sólo en matices de azul, que dicha levantarse y ver que todo combina con tus ojos en un día soleado.

Nuestra camiseta es nuestra familia, aquella con la que algún loco le pido matrimonio a su esposa y hoy no solo conmemora la existencia de Millonarios si no la prueba de que el amor rodea al mundo, ¿verdad Jefferson? O aquella vez que Tato cumplió uno de los sueños, que tuvimos muchos, el salir con el equipo de la mano a ese paraíso que es El Campin, todo vestido de azul, no faltaba un solo detalle y a pesar que su foto de aquel momento se hubiera extraviado, puedo asegurar que es de esos recuerdos que le palía los momentos más oscuros.

Todos tenemos esa camiseta que es una herencia de nuestros padres, abuelos, tíos, de aquellos que hoy no están o que la vida con su apresurada marcha tiene tan cansados para no ir. En mi caso es una camiseta del Millonarios del 97, el año en que nací y que después de 20 años aun no consigo que me quede pero la guardo como uno de esos tesoros que se que no son míos si no que mi deber es trasladarlos a su legítima dueña: la pasión.

«porque somos uno solo; por eso jamás van a poder con tanto amor»

La camiseta que nos dieron por primera vez, la que nos enamoró para siempre de ese azul profundo, la que hizo que nuestros sueños fueran en azul, nuestras emociones; la que llevamos cuando asistimos por primera vez al Campín es casi tan especial como la camiseta 2012, la cual marcó a toda una generación con la que muchos supimos por primera vez a qué sabía la gloria.

Para escribir estas líneas recurrí a mi cajón de Millonarios y conté 20 camisetas del club de mis amores. Cuando volví a tener cada una en mis manos, no me paraban de venir recuerdos a la cabeza, felices y amargos, no pude parar de pensar en todas esas personas que estuvieron a mi lado alguna vez, toda la felicidad y el amor que me han dado, no los puedo devolver ni en una vida de aliento. La del 2012 aún tiene un poco de maicena, la del 2017 un pequeño rasguño producido por tantos abrazos.

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Nunca van a poder con tanta pasión, con tanto amor, con tanto azul, no van a poder con los autógrafos de los ídolos del ayer y del hoy. Nunca van a poder con John que llevó a Millonarios en su pecho a París y Moscú o con el papá de Carlos que compró una camiseta embajadora aun cuando su familia no atravesaba un buen momento, pero la pasión de su hijo lo valió.

Quisiera ponernos aquí a todos nosotros, pero no me alcanzaría la vida para escribir esas historias que nos hacen lo que somos, los hinchas más fieles, los más enamorados de su símbolo más grande. Ese color azul con el que conocemos la felicidad y la tristeza, pero del que jamás nos queremos separar. Cuando llevan este escudo nos llevan a todos nosotros, porque somos uno solo; por eso jamás van a poder con tanto amor.

@Cadosch12