Es inevitable que semestre tras semestre uno se ilusione con este equipo, más con tanto amor de por medio, con tantas ganas de volver a verlo. Esta vez puede que fuera un poco distinto porque el cierre fue un golpe en seco contra un muro, estuvimos flotando todo el semestre pasado, así que el bajón fue mucho más duro de lo que se pudo predecir. También veníamos de un año para el olvido, el 2018 no dejó la superliga con Nacional y pare de contar, derrota tras derrota, pero en algo predecibles.

La caída del Millonarios de Russo fue de una casa de dos o tres pisos, pero la caída del Millonarios de Pinto fue de la torre Colpatria; repararse las ilusiones nos es cosa fácil, aun más cuando de parte del club no hay una palabra para el hincha, no hay una disculpa, no hay “venga que nos levantamos juntos”; el silencio empieza a ser ensordecedor, pero, lo más difícil, es que estábamos esperando que ese silencio se debiera a que las palabras que pudieran decir eran vacuas, que el dolor no se iba a ir. Pensamos que era algo de esperar a que comenzara el torneo y su juego hablara por ellos, de volver a intentarlo.

Ayer El Campín fue un constante deja vu, volvimos a ver el partido contra el América, un equipo que no tiene ideas, que intenta la misma jugada cuatro veces en menos de dos minutos y espera que algo diferente ocurra. Los jugadores no entendieron que las personas que acudieron a verlos les estaban diciendo “los perdono, vamos a levantarnos, prometimos siempre estar para ustedes”. Ellos no respondieron a ese dolor de quienes caen como ellos cayeron, como todos caímos.

Para nosotros no era solo la primera fecha, era el momento de reencontrarnos, de curar y reconciliarnos con la idea que ya había pasado. Caer es plenamente humano, pero también es como se haga, hay formas de perder, como hay formas de levantarse. El ambiente todavía se siente como cuando termina la pelea de una pareja, yo te quiero, nos queremos, pero ¡Carajo jugadores! demuestren que nos quieren, que les duele como a nosotros; ayer era el momento de comerse la cancha y pasar la página.

Ahora queda volverse a lamer las heridas. Es aquí donde se demuestra coraje y temple, por más carencias que tengamos, Millonarios tiene que ver que hace falta talento, que aunque nuestro técnico es un diferente, un gran conocedor del fútbol, él no juega, y si no traen carne fresca, no hacemos ninguna fiesta. La gente quiere creerles, hay que demostrar que son merecedores de esa confianza, sanen aquellos que abandonan todo, en un día laboral o un domingo para verlos, para alentar.

El equipo, el técnico, hasta la dirigencia, tiene que sanar junto con los hinchas y conciliarse con el fútbol, con la idea de competir, jugamos a lo grande y perdimos, pero no por eso vamos a dejar de apostar, ahora hay que doblar, vamos por el todo o por el nada.

Hay que despertarse ya antes de que sea demasiado tarde, volver a enamorar, volver a creer y volver a confiar.

@Cadosch12