Todos nosotros siempre hemos pasado por momentos pésimos. Episodios donde las cosas no caminan en la vida y, por más que rememos y le metamos lo mejor de nosotros, todo es sombrío. Ahí, donde las alegrías son contadas y los abrazos son un bálsamo, es donde sentimos esos seres especiales que la vida nos pone para sacarnos una sonrisa y recordar que hay que seguir. Ricardo Ciciliano fue ese ser en la vida de los hinchas de Millonarios.

Nuestra historia es muy rica en ídolos que trajeron gloria a la camiseta embajadora. En todas las décadas teníamos equipos inmensos, con jugadores excepcionales y anécdotas de la épica azul y blanco. A la mayoría de nosotros no nos tocó vivir eso. En su lugar vimos el arroz con huevo, las eliminaciones constantes que no daban ni siquiera para estar entre los ocho, las deudas, los embargos, los jugadores que venían a cobrar (si les pagaban) e irse con pena y cero glorias.

En esos 24 años fueron contadas las alegrías desbordadas que tuvimos. Nos tocó crear experiencias de esos años de mierda, para reforzar las historias de grandeza que nos decían nuestros viejos. Ricardo Ciciliano nos dio esos momentos de leyenda que recordamos con lágrimas de emoción. Él puso la épica en la adversidad, la gloria sin levantar copas y los abrazos que nos animaban siempre a ser hinchas de Millos.

Sus goles en la Sudamericana y esa atajada al penal frente al Medellín en Bogotá, son los mitos que difundiremos a nuestros hijos. Ricardo no nos dio un campeonato, nos dio algo muy importante en esos momentos: la ilusión de seguir aguantando hasta el final porque Millonarios está lleno de esos momentos grandes.

Que en paz descanses y gracias “Cici”, vuela alto y nos veremos en el camino.

@maugorg1